miércoles, 24 de julio de 2013

El agujero de gusano del PP, del siglo XXI a los años 50

La transformación social que está sufriendo, y nunca mejor dicho, la sociedad española, es alucinante. El PSOE sentó la base en 4 años de estupidez incontrolada en la que el más listo de la cuadrilla era el genio de las bombillas, el inútil de Miguel Sebastián, y dejó en bandeja a los meapilas del PP un país para su regresión al pasado.
 
Y poco a poco estamos volviendo a los años 50. Se han hecho reformas laborales más propias de un país en vías de desarrollo que en un país con un mercado interno consolidado, reformas en los estatutos de los trabajadores propias del desarrollismo de finales de los 50.
 
Se ha apostado por un turismo barato y cutre, con una mano de obra barata, un desarrollismo al margen del medio ambiente, con la modificación de la ley de costas, como el que diseñó el generalísimo en aquella época.
 
Aunque la tendencia en todo el mundo es hacia redes malladas y sistemas de producción energética en manos de los consumidores, con una alta penetración de las energías renovables, y con un coste fijo de la red mínimo porque el apalancamiento financiero corre a manos de los consumidores, a su vez productores, se ha publicado una reforma energética que apuesta por la producción centralizada, por los grandes e ineficientes centros de producción, una red de transporte de alto coste, unos costes fijos desorbitados y una penalización hacia el consumidor, y sin ofrecer nada a cambio, ya que además todos estos centros de producción están ya amortizados.
 
Se ha puesto un palo en la rueda del progreso, que se va a pagar a corto, medio y largo plazo. La energía y la automoción son sectores claves en nuestro país, una isla energética además, donde la necesidad de grandes mallados en distribución no sólo son necesarios, sino que supondrán un ahorro a medio plazo, pero esta apuesta energética expulsa del país a todas las empresas fabricantes de bienes de equipo en energías renovables y frena el desarrollo del vehículo eléctrico. Esto nos va a suponer que como siempre nos veremos obligados dentro de unos años a importar una tecnología que se ha desarrollado en España. Un recuerdo al "que inventen ellos" de ciertos dirigentes de los años 50.
 
Y no sólo eso. El retroceso en educación, en sanidad, en pensiones, es patente. El español medio se ve obligado a emigrar, cómo en los 50. Y mientras tanto, nuestra sociedad vuelve a plegarse a un catolicismo cutre y atrasado. Volvemos a potenciar chorradas morales a través de la televisión pública, a legislar en temas como el aborto, el divorcio o recientemente la fecundación in vitro en contra de los homosexuales. Volvemos al señorito encarnado en el banquero que nos tiene agarrados por los huevos, el monopolio de Telefónica y el control absoluto de nuestra energía por parte del oligopolio eléctrico.
 
Luego dirán que estos del PP no invierten en ciencia, pero han creado un agujero de gusano que nos traslada en el tiempo, volviendo a los años 50, años del desarrollismo sin control, del abuso en los derechos laborales, los sindicatos verticales, los monopolios, el turismo de las suecas, la moral católica, los señoritos y la pérdida de libertad.
 
¿Y se puede cambiar? Aviso a navegantes. Franco murió en la cama a pesar de que nadie le quería, y Rajoy acabará sus dos legislaturas ganando con holgadas mayorías porque los dos se basaban en el miedo de la población de que lo que les podría substituir era peor.
 
Está todo atado y bien atado.
 

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